¿Qué hacemos?
Imaginamos, diseñamos y desarrollamos experiencias lúdicas para el desarrollo de habilidades para la vida (competencia socio-emocional) en entornos educativos.
La educación en la competencia socio-emocional es una forma de prevención primaria, consistente en fortalecer las capacidades personales en los adolescentes para minimizar la vulnerabilidad en situaciones de riesgo. El desarrollo de competencias personales y Habilidades para la Vida (Botvin), se han mostrado válidos para prevenir comportamientos como las adicciones, la violencia o el sexismo.
Existe una clara conciencia de la necesidad de replantear los tres pilares básicos del triángulo didáctico; La concepción que del alumno se tiene, el rol del maestro, y cuál es el conocimiento «válido» y útil a trasmitir para la nueva sociedad del Siglo XXI. El paradigma de las competencias, nacido bajo el paraguas de los avances científicos en neuropsicología y los nuevos modelos de organización social, entiende que el alumno ya no es mero objeto de enseñanza, sino un sujeto activo capaz de aprender y construir conocimiento valioso. Esta concepción sistémica y constructivista del alumno obliga también a replantear el rol del que enseña, comprendiendo que debe ser alguien capaz de construir ambientes de aprendizaje significativos, motivadores y relevantes para sus alumnos, para lo cual necesita herramientas adecuadas.
Se entiende en la actualidad que los programas de intervención educativas deben promover el desarrollo de competencias, definidas como la «combinación de habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz». (DeSeCo, 2003). La eficacia demostrada en el tiempo por distintas evaluaciones y el aval de prestigiosas entidades e instituciones internacionales, como la OMS o la UNESCO entre otras, validan este planteamiento. Las diferentes teorías sobre el desarrollo humano, concluyen que el refuerzo de determinadas capacidades contribuye al desarrollo de niños y adolescentes mejor preparados para afrontar algunas etapas evolutivas. Bandura (con el aprendizaje social), Jessor (con sus investigaciones sobre conductas problemáticas en adolescentes), Gardner (con sus inteligencias múltiples), Bernard (con los estudios que comenzaron a definir factores de riesgo y protección), Piaget o Vygotsky (con su constructivismo), establecen la base teórica de las Habilidades para la Vida.
Nuestra propuesta viene a ofrecer metodologías innovadoras, que estén al alcance de cualquier educador, para poder atender a las nuevas necesidades de los adolescentes del siglo XXI. Los programas más efectivos que ayudan a los jóvenes a desarrollar competencia socio-emocional y trabajar la prevención de conductas de riesgo, lo hacen por medio de técnicas de enseñanza interactiva que incluyen actuaciones, discusiones, ensayo de habilidades y actividades en grupo pequeño. De esta forma, pasamos del fast food educativo (basado en cuadernillos de fichas estandarizados en el que todos los participantes deben aprender los mismos conceptos sin conexión con la vida real donde no tienen cabida los procedimientos ni las actitudes) a la cocina de autor, definida por Grané i Oró (2015) como el proceso en el que “no nos centramos en el contenido sino en la creación del conocimiento, donde los procesos se personalizan y los resultados pueden ser diferentes, las disciplinas tradicionales se complementan con competencias transversales, los proyectos de aprendizaje son colaborativos y construidos por el propio alumnado”.